Serie1991. Hambre

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Famélico. Muerto de hambre. Corro a la rotisería, apurado, urgente. Las tripas lo reclaman.

"Hola, dame media de empanadas, jamón y queso, de horno, las espero acá, te doy monedas para que me des vuelto fácil", pienso de memoria. Espero una atención rápida, célere, veloz.

Pero no.

Me encuentro con un "¿Como te va? ¡Tanto tiempo! ¿Qué hacés, perdido? Ni sabía que estabas acá. ¿Todo bien lo tuyo?".

El "hola-dame-media-de-empanadas-jamón-y-queso-de -horno-las-espero-acá-te-doy-monedas-para-que-me-des-vuelto-fácil" debe esperar.

Busco una respuesta amable mientras la panza me gruñe y me sale un qué hacé sobreactuado y desdeñoso. Es una antigua compañera del secundario, organizadora compulsiva de asaltos, cautiva de su madre hipervigilante en los lento, histérica, se come la "s", algo mentirosa, llorona, alarmista, de las que se sientan adelante, de las que no guardan secretos por mucho tiempo... poco trato. Pero divina, eh. Ni un drama con la piba.

En dos segundos le cuento que estoy bien, laburando, un pibe y ahora buscando algo para comer.

Y la comida, que no viene. Y me pregunta y me pregunta y me pregunta. Y me cuenta su breve historia de cómo llegó a laburar en la rotisería, que es de la misma dueña de la panadería y de la mercería.

-Comida, por favor -le suplico mudo, tamborileando los dedos.


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* Acá me cansé, me aburrí.

Serie 1991. ¡Dejá de mirarme la panza!

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"A vos te quería agarrar" me dice un tipo en castellano trasandino que me agarra del cogote en el medio del supermercado. Una mole de un metro ochenta, con ojos agigantados por espesos lentes recetados.

Sé que no estoy en peligro. ¿A vos te quería agarrar? ¿Quién podría lanzar tal anacrónica amenaza?

El indentikit mental no arroja resultados pero su voz me suena familiar. Trato de reconocer ese rostro tan cerca de mi cara, hasta que me saluda amistosamente y caigo.

Era Alejandro, un compañero de la secundaria que terminé en 1991.

Bah, era Alejandro + 20 kilos + canas + dos pibes y una esposa.

Se vino a Punta Alta, desde Mendoza, con la familia, a comer huevos de pascua con la madre y volverse.

Me contó que los avatares financieros lo llevaron a reciclarse laboralmente: trabajó en un banco, después en una aseguradora y ahora está en la Bolsa de Comercio. No extraña el banco.

Tampoco extraña la ciudad, pero algo le tira.

–Vos estás igual –me dice. Y yo le miro los 16 años de panza que lleva, desde la última vez que lo vi.

–Si, es que no me hago muchos problemas –le contesto.

–Bueno, dejá de mirarme la panza, la puta que te parió –me dice mientras empuja el changuito con sus pibes adentro.

Diálogo con nadie o ¿el cliente ya no tiene la razón?

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–Hola, quiero saber por qué me cambiaron el plan de mi teléfono.
–La empresa informó con 60 días de anticipo que iba a realizar un cambio masivo de planes.
–Me llamaron preguntándome y les dije que no quería cambiarme.
–Si, pero este cambio se comunicó por carta.
–No me llegó ninguna carta.
–¿No le llegó? Entonces cumplo en informarle, señor. Desde ahora pagará 45 pesos finales.
–¿Y no hay otro plan más barato?
–No, señor.
–¿No hay uno de 40 pesos?
–No.
–En el sitio de la empresa dice que hay un plan de 40 pesos
–No está disponible en su zona, señor.
–¿Y en qué zona está disponible?
–En el norte, señor.
–¿Y cómo puedo hacer para pasarlo a tarjeta prepaga?
–Le paso con la oficina correspondiente.
–Bueno.
–Buenos días ¿usted quiere pasar su línea a tarjeta prepaga?
–Si.
–Bueno, le informo que en este momento estamos realizando tareas de mantenimiento. ¿Podría comunicarse otra vez por la tarde?
–Bueno.

A la tarde, después del ya tradicional "holabuenosdíasquieropasarme-
atarjetaeseltitulardelalíneasílepasoconlaoficinacorrespondienteporqué-
motivodeseacambiardeplanseñorporquenoquieropagar":

–Le puedo ofrecer su mismo plan con una bonificación de 10 pesos por tres meses.
–No, gracias.
–Le puedo ofrecer entonces, si lo desea, un plan de 39 pesos finales con una bonificación de 10 pesos por tres meses, con lo que estaría pagando 29 pesos en su factura.
–Mmmm, no gracias, quiero pasarlo a tarjeta.
–Si pasa su línea a tarjeta no podrá volver a tener su plan posteriormente.
–Tarjeta.
–Le puedo ofrecer un plan de 29 pesos con una bonificación de 10 pesos por tres meses, con lo que pagaría sólo 19 pesos.
–Bueno.

Al mes. Factura por 40 pesos. ¿Qué pasó?
–Su trámite no fue registrado, debería hacerlo nuevamente.