Eternidad

|
Hay una e t e r n i d a d entre los dos como el dolor.
No te acerques así, que tu boca carmesí me trae problemas.
¡Qué placer este dolor! Qué dolor esta condena
de matar, callar o morir de amor.♫

Baires

|
Te absuelvo de favores a cambio de que me perdones las promesas sin cumplir o la canción de amor que te debo.

En este bar solitario, lleno de fantasmas errantes y aceitunas ahogadas en copas vacias te escribo pa'nolvidar y para no recordar que ya soy habitué d'esta barra que me ha endeudado y hoy no me va a fiar ni prestar su oreja.

Esta solitaria soledad, esta distancia tan lejana y estas ganas de tenerte entre mis brazos son la mejor escuela de poesía suburbana de bares olvidados. Sólo quiero volver a olvidar.

Huellas

|
♫Yo ya sé que estoy perdiénome, escapándole a la vida, escondiendo las heridas.
Voy dejando huellas sin pisar para olvidar cuándo fue ayer.

Hace mucho tiempo me dijiste: "esta vez se acaba de verdad".
Hace mucho tiempo me dijiste: "yo también nací para olvidar".

Soy un loco en tu corazón, un tonto sin dirección.
Voy buscando en la oscuridad, estrellas y tempestad.
Tan sólo quiero verte regresar♫.

Promesas, vanas promesas

|
Era un poco amarga pero igual me enamoré,
no sé si me quiso y no lo quiero saber.
Tanto, tanto llanto: el mío, el de ella y el tuyo también
que me arrastró a este rio frio.♫

"¿Qué me habrán hecho sus manos, qué me habrán hecho,
para dejarle en el pecho tanto dolor?"

El amor es como una bandada de golondrinas en julio

|
Es volátil e impredecible. Viene y se va. Vuela bajito o desaparece entre las nubes. No es equitativo ni justo. Es totalmente arbitrario, “ciego” (como dicen) y bastante irracional.
Suele estar y no estar. Se queda sólo un día o permanece para siempre. Fluye y se estanca. Aparece y desaparece. Se dispersa y se concentra, pero nunca parece distribuirse en partes equitativas.

[¿Por qué algunos parecen ser el blanco preferido de algún caprichoso Cupido mientras a otros el amor parece escaparles, ensañado con su desventura?]

Hoy, Celina encendió un cigarrillo por primera vez desde que había dejado de hacerlo seis años atrás. En realidad nunca había sido una fumadora activa, pero cada vez que se sentía acorralada por algún sentimiento de inseguridad, tristeza o ira encendía un Virginia Slim y le daba unas tres o cuatro pitadas intensas, tratando de no tragarse todo el humo.

Esta vez, en cambio, fumó el cigarrillo hasta el último resquicio de tabaco suavizado, con la mirada perdida, el pensamiento distante, tragando cada centímetro cúbico del blanco humo que despedía ese Virginia Slim.

Pensó, medio mareada por el pucho, que el gusto de éstos había cambiado en comparación a los de antes. Pensó también que éste sería el último que fumaría y que ésta sería la última vez que quemaría sus penas de amor, porque nunca más se enamoraría. Lo juró, sin derramar una sola lágrima de sus brillosos y temblorosos ojos negros.

Como si de súbito le hubiera vuelto la energía al cuerpo, Celina tomó sus cuadernos y los leyó aparentando estar totalmente concentrada.

Pero las imágenes que la entristecieron hoy, la asaltaron a cada momento.

Una piba coqueta, pero de cuidado

|
Se encerró en su pequeña y calurosa habitación de paredes carcomidas por la humedad y comenzó a escribir al reparo de un ventilador pequeño pero eficiente. Antes, se había preparado un sándwich de queso en pan de tostadas, mientras ponía algo de música para matar el silencio de esa tarde de principios del mes de enero.

Las hendijas de una persiana, envejecida y abatida por un año de vendavales y abundante agua, dejaban que se filtre un denso haz de luz que, con las horas, le había recorrido todo el ancho de su pequeña espalda.

Cuando se dio cuenta del ardor que sentía en su piel, se levantó por unos segundos de la silla para quitarse la blusa y recogerse el pelo. Con la blusa intentó tapar las grietas por las que se colaba el calcinante retazo de sol y aprovechó la energía que la había levantado de la silla para cambiar de música.

Cuando volvió a su asiento frente a la computadora, se dio cuenta de que ya había escrito varias páginas; las releyó detenidamente corrigiendo algunos signos de puntuación y dos o tres palabras repetidas y las mandó por correo electrónico a su editor.

Con premura escribió en el mensaje: «leelo y decime que te parece esta priemra aproximacion al tema. caulquier cosa que consideres lo corregis o loagregas. despues nos hablamsos. saludos. mery».

Estalla y…

|
Se cómo eres, no lo pienses más
Tiempos de amor sin estación, estalla y vuelve a empezar
Sin dirección se hundió en su amor y está tratando de llorar
Sé que hiciste mal

Estalla y vuelve a empezar

Pablo (Viento Azul)

¿Qué onda?

|
Ninguna.
¿Qué puedo decir? El aire acondicionado no funciona y no entiendo para qué abrí este blog.
Chau.