El amor es como una bandada de golondrinas en julio

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Es volátil e impredecible. Viene y se va. Vuela bajito o desaparece entre las nubes. No es equitativo ni justo. Es totalmente arbitrario, “ciego” (como dicen) y bastante irracional.
Suele estar y no estar. Se queda sólo un día o permanece para siempre. Fluye y se estanca. Aparece y desaparece. Se dispersa y se concentra, pero nunca parece distribuirse en partes equitativas.

[¿Por qué algunos parecen ser el blanco preferido de algún caprichoso Cupido mientras a otros el amor parece escaparles, ensañado con su desventura?]

Hoy, Celina encendió un cigarrillo por primera vez desde que había dejado de hacerlo seis años atrás. En realidad nunca había sido una fumadora activa, pero cada vez que se sentía acorralada por algún sentimiento de inseguridad, tristeza o ira encendía un Virginia Slim y le daba unas tres o cuatro pitadas intensas, tratando de no tragarse todo el humo.

Esta vez, en cambio, fumó el cigarrillo hasta el último resquicio de tabaco suavizado, con la mirada perdida, el pensamiento distante, tragando cada centímetro cúbico del blanco humo que despedía ese Virginia Slim.

Pensó, medio mareada por el pucho, que el gusto de éstos había cambiado en comparación a los de antes. Pensó también que éste sería el último que fumaría y que ésta sería la última vez que quemaría sus penas de amor, porque nunca más se enamoraría. Lo juró, sin derramar una sola lágrima de sus brillosos y temblorosos ojos negros.

Como si de súbito le hubiera vuelto la energía al cuerpo, Celina tomó sus cuadernos y los leyó aparentando estar totalmente concentrada.

Pero las imágenes que la entristecieron hoy, la asaltaron a cada momento.

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