Asma-rioneta

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Mi primo tiene asma y por eso recibe de regalo un perro. No uno real, sino una marioneta. Se llama Rufo y es un personaje de Los Muppets con un agujero en la espalda para meterle la mano y hacerlo hablar.

Me entero de que el asma es una razón para recibir regalos y quiero tenerla; respiro mal delante de los grandes para que me compren un Muppet así.

Igual, Rufo no me convence del todo. Tiene algo que me incomoda: esa mirada boba, inerte, de Muppet. "Este perro no me cae del todo bien", pienso, mientras lo hago hablar con mi mano.

* * *

Rufo, el perro Muppet, descansa sobre el pecho de mi primo dormido. Tiene los ojos abiertos y las pupilas más grandes por la oscuridad. Me mira. Tiene la vista anclada en la mía y no deja de observarme. Sus pupilas dilatadas son penetrantes e implacables: me ven desde todos los ángulos.

Es una marioneta, sí, pero me asusta. Me dan miedo esos ojos y su boca lisa de Gioconda. El muñeco parece que está siempre a punto de hablar.

O de moverse, porque Rufo ahora mueve una oreja. Pavor.

* * *

Estoy entre el dintel de la habitación de mi primo y la escalera caracol. ¿Bajo? ¿Me quedo? Rufo mueve otra vez la oreja. ¡Qué miedo! Me quedo pero no avanzo; la oscuridad es una barrera.

El Muppet está casi vivo y empieza a roncar fuerte sobre el pecho de mi primo dormido. Abre y cierra esa boca de marioneta al ritmo de su ronquido. Es una queja sorda, sibilante y disfónica.

El aliento le rechina dentro de los... ¿pulmones?

Rufo boquea pidiéndome ayuda. Aunque sus ojos de Muppet no dicen nada, está vacío de aire. Sufre un ataque de asma.

Es asmático como mi primo, que se despierta, manotea el broncodilatador en aerosol y voltea una lámpara.

¡Acaba de entrar en crisis! ¿Quién? ¿Rufo? ¿Mi primo?

El ruido despierta a mi tío, que vuela de un sopapo a Rufo del pecho de su hijo sin aliento para darle un puff de salbutamol y tratar de tranquilizarlo.

"Ya no quiero tener asma", me digo.

* * *

Rufo no boquea más. Está despatarrado en el piso. Sigue sin quitarme la vista de encima. Este perro me cae mal...

... ojos sobresalidos...

... fijos en mi...

... atentos...

... los míos se van cerrando...

... me duermo...

...bajo el dintel de la habitación de mi primo...

... estrés...

... alguien que me lleve a mi cama...

... Z-z-z...

6 Comentarios:

gula dijo...

muy buen titulo, no tanto el desarrollo!

Blorges dijo...

Gracias. A veces lo menos meditado resulta lo más efectivo.

gula dijo...

tenes razòn, aveces... estarìa bueno que pudiera actuar de esa manera aunque sea "a veces" en la vida real jaja!

Blorges dijo...

¿Real? Pero esto es real, eh.

Lelé dijo...

Epa. Aspero. El asma siempre impresiona. Quizá porque representa la falta de aire, la muerte latente. Una señora a la que quise mucho y que pasó un par de años muy enferma antes de morir me dijo: "Lo único que pido es no morir ahogada".

Blorges dijo...

Una vez me caí de un árbol de espaldas. Se me vaciaron los pulmones y pensé que me iba a morir.

Los ojos redondos, la boca como un pescado y el pecho trabado que no iba ni para arriba ni para abajo.

No sé cómo entró el aire, al fin.

Tardé diez segundos eternos en recobrar el aliento y mentí cuando dije que nunca más me subía a un árbol. No quería volver a sentir lo mismo.

Otra vuelta, me tropecé corriendo con esas botas de goma para el agua, caí de espaldas y lo mismo.

Mis amigos me llevaron colgado de pies y manos hasta mi casa. Cuatro veredas sin aire. No corrí más con botas.

PD: mi primo se fue vivir tras las sierras de Córdoba, donde el asma no lo jode más.