Serie1991. Hambre

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Famélico. Muerto de hambre. Corro a la rotisería, apurado, urgente. Las tripas lo reclaman.

"Hola, dame media de empanadas, jamón y queso, de horno, las espero acá, te doy monedas para que me des vuelto fácil", pienso de memoria. Espero una atención rápida, célere, veloz.

Pero no.

Me encuentro con un "¿Como te va? ¡Tanto tiempo! ¿Qué hacés, perdido? Ni sabía que estabas acá. ¿Todo bien lo tuyo?".

El "hola-dame-media-de-empanadas-jamón-y-queso-de -horno-las-espero-acá-te-doy-monedas-para-que-me-des-vuelto-fácil" debe esperar.

Busco una respuesta amable mientras la panza me gruñe y me sale un qué hacé sobreactuado y desdeñoso. Es una antigua compañera del secundario, organizadora compulsiva de asaltos, cautiva de su madre hipervigilante en los lento, histérica, se come la "s", algo mentirosa, llorona, alarmista, de las que se sientan adelante, de las que no guardan secretos por mucho tiempo... poco trato. Pero divina, eh. Ni un drama con la piba.

En dos segundos le cuento que estoy bien, laburando, un pibe y ahora buscando algo para comer.

Y la comida, que no viene. Y me pregunta y me pregunta y me pregunta. Y me cuenta su breve historia de cómo llegó a laburar en la rotisería, que es de la misma dueña de la panadería y de la mercería.

-Comida, por favor -le suplico mudo, tamborileando los dedos.


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* Acá me cansé, me aburrí.

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